Dicen que un edificio sin buenos cimientos está condenado a derrumbarse; pero si ese edificio es un rascacielos llamado Batman v. Superman y el arquitecto es el director Zack Snyder, quizá pueda aguantar unas cuantas sacudidas más. «Las prisas nunca son buenas compañeras de viaje», debería de haberle dicho alguien a los ejecutivos de Warner cuando se lanzaron a montar un universo cinematográfico sin haber construido primero los planetas ni haber presentado a sus estrellas. Con un ojo puesto en la competencia, DC quería sacar sus propios «Vengadores» sin pasar por la Fase 1.
No quiero convertir esta crítica en una pugna entre Marvel y DC, pues no tiene sentido comparar dos maneras de concebir el cine de superhéroes tan diferentes; una más ligera y luminosa y la otra más madura y oscura. Pero si hay algo que es irrebatible es la perfecta planificación por parte de Marvel de todo su universo cinematográfico, con un calendario de estrenos inmenso, películas de diferentes superhéroes que guardan relación y arcos argumentales que afectan tanto a las películas como a las series de la compañía. Antes de la llegada de Vengadores ya habíamos visto una película de cada uno de los superhéroes principales, y en el caso de Iron Man, dos. En 2012, el director de Vengadores, Joss Whedon, no tuvo que molestarse en contar los orígenes de cada uno de los superhéroes, por lo que aprovechó para darles otra dimensión dramática y desarrollar a aquellos personajes que no habían tenido película propia por ser desconocidos para el gran público. En Marvel todo está estudiado y medido, como una perfecta maquinaria de amasar dinero y aplausos de los fans.
Ese es el principal problema de Batman v. Superman, la mala planificación de Warner hace que solo haya una película previa perteneciente a este snyderverso, El Hombre de Acero (2013). Cada miembro de la Santísima Trinidad (que es como llaman los fanáticos de DC al grupo que forman Batman, Superman y Wonder Woman) merecía una película previa en solitario.
En primer lugar, el film no tiene la intención de ser una continuación de El Hombre de Acero y, por lo tanto, no funciona como tal. Casi todo lo que ocurre en la película lo percibimos desde la óptica de Batman, por lo que el protagonismo y desarrollo de Superman es muy pobre. Pasa algo parecido con el personaje de Lois Lane, interpretado por Amy Adams, que en esta continuación queda desdibujado respecto a la anterior película, donde vimos a una Lois más decidida y autosuficiente; una visión del personaje que casaba mejor con la imagen actual de la mujer en cine y televisión (solo hay que recordar a la Furiosa de Charlize Theron y echarle un ojo a Netflix y el cuidado que tiene con los personajes femeninos de sus series, como Karen Page en Daredevil o Claire Underwood en House of Cards). Da la impresión de que los guionistas no saben muy bien que hacer con la novia de Superman, que en el clímax de la película se dedica a marear al espectador con una solución argumental que huele a improvisada, al igual que las motivaciones del villano y su plan (liberar una amenaza para acabar con otra… suena al final de Jurassic World).
La película tampoco funciona como introducción de este nuevo Batman, de hecho, nos cuentan sus orígenes en apenas 3 minutos de créditos iniciales y no nos cuentan nada de cómo llega a ser Batman ni qué ha ocurrido en Gotham en todo ese tiempo. Este nuevo Batman es el más maduro y contundente de los que hemos visto hasta ahora, siendo muy fiel al aspecto y personalidad del personaje en los cómic de Frank Miller. En cuanto a Ben Affleck, es un buen Batman y su trilogía del personaje en solitario es lo que más me llama la atención del futuro de DC, sobre todo para terminar de atar los cabos sueltos de esta película. El Batman de Affleck sería lo más interesante de la película sino fuera por la Wonder Woman de Gal Gadot, que tiene la única escena en la que la película consigue alcanzar la épica visual de El Hombre de Acero, gracias a la presencia arrolladora de la princesa amazona y ese momento foto de la Santísima Trinidad con la maravillosa pieza musical de Hans Zimmer y Junkie XL de fondo. Por desgracia, el personaje de Wonder Woman solo tiene dos frases y son flirteando con Bruce Wayne. Lo dicho, Zack Snyder tiene un enorme abanico de personajes y quiere componer un puzzle complejo en el que hay piezas que no encajan y otras que, directamente, sobran.
Hay algo que los guionistas Chris Terrio y David S. Goyer sí consiguen hacer bien durante la primera mitad de la película y es establecer los dilemas morales de Bruce Wayne y Clark Kent. El film acierta en mostrar, al igual que en los cómics, a Superman como una deidad que algunos idolatran y otros ven como una amenaza capaz de extinguir a la raza humana. Bruce Wayne piensa que Superman suelto, sin control, es un peligro para la población; mientras que su alter ego, Batman, encargado de impartir justicia por su propia cuenta en Gotham, no es un peligro. Un interesante punto de partida donde se debaten las consecuencias de ser un héroe y sus limitaciones, una temática que gusta mucho en DC después de la trilogía de El Caballero Oscuro de Nolan. Todo esto unido a la temática de juicios, corrupción y tráfico de armas hace que en su primera mitad, Batman v. Superman sea un interesante thriller político y criminal hasta que llega a un punto clave de la película. Se trata del momento «té de la abuela», que tendría que haber servido para darle a Lex Luthor el giro definitivo hacia esa especie de Joker que tanto se había empeñado en construir; ese es el camino que tendría que haber tomado el resto de la película.
No es una mala película, para nada. A pesar de sus errores y fallos argumentales es entretenida, espectacular, excesiva y tiene una de las mejores direcciones de fotografía que he visto en una película de superhéroes. El problema es cuando termina la proyección, pues la película que tendría que haber supuesto un antes y un después en la adaptación de superhéroes a la gran pantalla es un blockbuster más; para algunos olvidable e innecesario, para otros decepcionante. Durante el visionado de la película se me pasaron por la cabeza dos ideas. La primera es que Zack Snyder debería ver más la televisión y tomar nota del buen trabajo que están realizando en la serie Gotham, sobre todo en materia de construcción de personajes; la segunda, ¿quién fue el genio que se le ocurrió pensar que Jesse Eisenberg sería un mejor Lex Luthor que Bryan Cranston? Señores, un poquito de rigor.
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