A mi amigo Santos, por dejarlo tirado para ver al gran Raphael,
y a Hunther S Thompson, por inventar el periodismo Gonzo.
“Aquel que se convierte en una fiera se libra del dolor de ser un hombre”
Dr. Johnson
Capítulo 1: Todo al rojo, lo mismo de siempre
Estábamos en Villaricos, cerca de Almería, cuando las drogas empezaron a hacer efecto. Recuerdo decirle a mi colega «en esta playa se tiene que cagar de lujo, y más viendo esos váteres químicos». Pronto nos daríamos cuenta de que no era tan fácil hacer de vientre en el mar.
Era el miércoles por la mañana y yo tenía todos mis contactos atados, mis tres colegas de toda la vida y yo habíamos pillado la entrada para un festival de verano llamado Dreambeach. Muchos no lo conoceréis por ese nombre pero quizás si por Creamfields, es el mismo festival aunque ahora por razones de presupuesto han cambiado de nombre y sitio. Agradecíamos infinitamente este cambio de lugar, ya que de Jerez de La Frontera a Cartagena hay un buen camino y Almería nos pilla al lado. Con mis amigos con su estrada ya comprada, yo recibí el ansiado correo que certificaba mi acreditación como prensa al festival. Mi compañero, por su parte, también lo recibió. Era el momento de cumplir nuestro sueño y ponernos hasta el culo de todas las drogas que nos ofrecieran.
Pero antes de irnos decidimos ir al casino, si se puede llamar así a un recinto con una ruleta diabólica que está poblada de chinos y japoneses que no abandonan su lugar si no es para cambiar billetes por monedas. Decidí, estúpido por mi parte, apostar mis cinco euros al rojo. Mientras veía como lentamente caía la bola en el color negro, como la vida misma me dije. Solo me consolaba la antigua creencia de que “desafortunado en el juego, afortunado en amores” pero ligar en un festival de música electrónica era casi imposible.
Tras perder mis queridos cinco euros nos fuimos a hacer la compra. Mucha vitamina C y azúcar era lo que hacía falta, no es bueno tomar muchas drogas sin azúcar y sin tener vitaminas en el cuerpo. Ese calor demoniaco tumbaría hasta el mismísimo Mohamed Ali en sus buenos tiempos. Tres botellas de alcohol, veinticinco litros de cerveza y diez de calimotxo. A todo eso había que unirle otras drogas que no venden en los supermercados, o por lo menos no en los supermercados que vamos a comprar asiduamente. Las drogas no me preocupaban, pero la botella de Jägermeister sí. No hay nada más depravado y borracho que mezclar esa maldita bebida con alguna droga… y sabía que tarde o temprano nos la beberíamos. Conseguir las drogas no fue difícil, lo bueno de tener contactos por ahí, pero el transporte era otra cosa…
Capítulo 2: El sueño se desmorona, el calor abrasa
Tranquilidad, o eso pensaba yo, cuando a eso de las once de la noche recibí una llamada de mi compañero de prensa temiéndome los peores augurios:
– Oye tío, que anoche salí de fiesta y tuve una pelea… mis padres dicen que no me dejan el coche y que me olvide del festival.
– Pero tío no puedes hacerme esto ahora, con todo comprado.
– Lo siento mucho.
De puta madre pensé. El único colega con el que me puedo drogar no viene y encima era mi conductor. Por otro lado, también es cierto que me lo esperaba, de este tipo de personas nunca te puedes fiar y más cuando ya te la han hecho varias veces. Tonto de mi, pensé. Un autentico fantasma en toda regla. Se me vino el mundo abajo. Que no cunda el pánico, seguro que podemos hacer algo. La concepción de irme de festival y tomar drogas yo solo no me alegraba mucho ya que mis otros dos compañeros de viaje eran abstemios. Pero lo que de verdad me jodía era el transporte, el maldito transporte. Por suerte y tal vez por alguna mierda de esas de que se alinean los planetas, a uno de mis otros dos amigos le dejaron la furgoneta por primera vez en su vida. Empezaba así nuestro viaje a Dreambeach Villaricos.
Al atardecer guardamos todas las cosas en la furgoneta y nos embarcamos a Villaricos. No teníamos ni puta idea de por dónde ir, pero yo puse en el GPS la dirección y cambie algunas opciones como la de no controles de droga y la verdad es que llegamos sin ningún problema pese a las constantes advertencias de mis compañeros de que si nos pillaban con drogas dentro del coche ellos no querían saber nada. Lo entendí desde el primer momento y asumí la responsabilidad. Cuando llegamos al parking del festival el panorama era desolador, un aparcamiento lleno de polvo-arena en el que cada vez que un coche pasaba se llenaba entero de tierra formando nubes de polvo. Nada más verlo, me recordó a la Mint 400 del libro Miedo y asco en las vegas, pero esta vez en Almería. A todo eso había que añadirle la moda actual de llevar camisetas de baloncesto de jugadores de la NBA. Dudo mucho que algunos de los que llevaban la camiseta de Jordan supieran cuando el 14 de junio de 1998, un tiro suyo a escasos segundos del final les dio a los Bulls la victoria in extremis. Pero bueno, también hay mucha gente que cree que los Rollig Stones son una marca de Ropa. Otra de las cosas en las que me fije, fue en el aumento del culto al cuerpo. La gran mayoría de personas estaban fuertes, no había personas gordas, por mucho que nosotros aboguemos por el prototipo de público con cuerpo de súper drogadicto en estos festivales, todo el mundo estaba fuerte.
El calor sofocante no ayudaba a llevar las cosas al campamento y el de las pulseras tampoco se enteraba mucho de que iba el rollo:
– Que somos de C´Mon, tenemos una acreditación.
– Si, Si, pero hasta mañana no podéis canjear la pulsera.
– Pero podemos entrar o mañana nos van a quitar la pulsera y no podemos entrar?
– Eso se lo tienes que preguntar al de prensa.
– ¿Y donde esta?
– Por ahí dentro.
– Gracias por no resolvernos nada.
Logramos entrar a pesar del malentendido pero sin la pulsera de prensa. Encontramos un sitio muy bueno para poner la tienda. Llegaba otro punto de inflexión: que tres inútiles montaran la tienda.
– Yo creo que esto va por aquí. Decía mi colega Raúl.
– Yo creo que no, que eso es por ese agujero. Decía yo.
El caso es que no había cojones a montarla y la tensión entre nosotros iba creciendo muy rápidamente.
– ¡¡¡Eres un puto inútil¡¡¡ ¿no decías que sabias montarla?
– Eso creía yo.
Al ver nuestra disputa de pareja homosexual, las vecinas muy amables decidieron echarnos una mano. Y el caso es que la montamos en nada, se notaba que eran de campo como decían ellas. Pasada la tormenta de la tienda de campaña venía otra y esta vez nos dejaría sin un duro. El móvil que no paraba de vibrarme por la quinta llamada de mi amigo Agustín…
– ¿Que pasa tío?
– Que se me ha perdido la cartera
– No puede ser… ¿has mirado bien en el coche?
– Si, si…
Y era verdad, la cartera con setenta euros pérdida por Dios sabe dónde. Lo único que esperábamos es que el tipo que se la hubiera encontrado se pegara una buena fiesta y no invirtiera el dinero en Coca-Colas lights.
Capítulo 3: Me miran, me drogan y las fuerzas me abandonan
La crisis, joder, la maldita crisis de este asqueroso año 2013 y el calor se fusionaban en una bomba de relojería que pronto explotaría. Pero era la noche del jueves y nosotros, aparte de estar cansados por el sol criminal, teníamos ganas de fiesta. La única droga que teníamos a manos era popper. Ohh el popper, el maldito popper, no sé si de verdad se le puede llamar droga, porque en realidad es un limpiador de vinilos, además está asociado al colectivo homosexual, pero eso me parece una tontería. Decidimos irnos a la playa tranquilamente y tomar un poco de ese frasco del demonio. Los efectos son instantáneos. Te recorre un calentor por la nuca que va subiendo muy lentamente hasta el lóbulo occipital del cerebro hasta quedarse allí unos treinta segundos. Te sientes en una nube, no lo recomiendo a nadie, ya que su abuso puede freírte el cerebro. Pero si quieres echarte unas risas con los colegas, no está nada mal. Cuando íbamos un poco colocados fuimos al campamento donde pinchaban los ganadores del concurso “Andalucía Suena”. Estuvimos un rato pegándonos unos bailes y nos fuimos a dormir para estar frescos el primer día de festival.
Con los primeros rayos del sol me desperté, es imposible dormir en una tienda de campaña a pleno sol en agosto y más en Almería. Sería como dormir en un invernadero a 40ºC. Te cocerías en tu propio jugo y antes de que te dieras cuenta seguro que estarías en el hospital más cercano con un montón de médicos poniéndote la B12. Tras desayunar un bizcocho caliente, cogimos las sillas, las sombrillas y las neveras y nos fuimos a la playa. Pero nada más llegar mi estomago empezó a hacer ruidos raros. Lo que me temía, el pulpo en su tinta, los calamares en salsa americana, el bizcocho, el paté y en general, toda la mezcla de bebidas y drogas estaban librando una batalla en mi estomago y estaban buscando urgentemente una vía de escape. Pensé, hacer de vientre en uno de esos váteres químicos con el pestillo roto, un hedor repulsivo y una montaña de papel taponando el tubo… no me concentraría en la vida. Hacerlo en el mar era una posibilidad no tan remota. Pero llegaba otro problema. La playa, al poco de andar tres metros hundía como tres cabezas. O sea, que tendría que flotar mientras hacía de vientre. La escena parecía esperpéntica según mis amigos. Yo a lo lejos, muy lejos, alejado de toda la civilización humana y en armonía con la fauna marina, de risa.
Acabé agotado, y al final no conseguí nada. Logré convencer a mi compañero Agustín de que fuéramos al pueblo más cercano y así sacar dinero, mientras mi otro compañero estaba durmiendo en la playa. Y así hicimos. Cuando llegamos al pueblo y después de haber sacado dinero, vimos un bar de Ingles que parecía muy limpio para hacer nuestras necesidades. Así era, con el pretexto de tomarnos unas cañas fuimos al aseo. Un aseo muy pulcro, aquello era el paraíso comparado con aquellos malditos váteres químicos. Es cierta la frase esa de que “cada rey tiene su trono” y nosotros lo teníamos. Por las molestias decidimos quedarnos a comer, que menos.
A la vuelta del pueblo hacia el camping y con la barriga llena, teníamos otra misión: conseguir vender la entrada de mi amigo Agustín y así poder tener algo de pasta para tomarnos algo. Después de varios intentos fallidos intentando encasquetar la entrada a alguna persona localizamos a un punkarra de muy mal aspecto que estaba interesado. Al parecer, este hombre había llevado hasta la puerta del festival a mi amigo para que no le engañara con la entrada, cuando la tenía y tras decirle que no incluía camping, este hombre se negaba a pagarle la entrada:
– Tú me has dicho que esto incluía acampada.
– Yo no te he dicho nada de eso, no te confundas.
Al final el personaje accedió y le dio a mi amigo veinte euros y dos gramos de MDA, no confundir con MDMA.
Con el anochecer, antes de cenar nos duchamos. Tengo que decir que las duchas parecían tercermundistas y llenas de personas. Fue un claro ejemplo el que vimos en las duchas: en las de mujeres no había colas mientras en las de hombres eran enormes. Se nota que público va a estos festivales. La ducha era un tubo por el que salía un hilo de agua y en el que te tenías que agachar como un perro para poder mojarte. Eso era peor que las duchas de los campos de concentración nazis. ¿Qué éramos ¿judíos? ¿Habíamos pagado nuestros veinte euros para eso? En fin, esperemos que mejoren el año que vine. Más tarde, cenamos y nos pusimos a beber tranquilamente sentados en el campamento hasta que se hicieran las doce para ver a The Prodigy. Pero la teoría que tienen los que no toman drogas de la mía es muy distinta, por lo que necesitaba mi dosis complementaria. Me eche un cubata de una ginebra Greenalls con tónica, con un toque de MDA. Los efectos de esta droga de diseño son: te pone más nervioso, el ritmo cardiaco se te acelera poco a poco, se te quita el cansancio de golpe…
Pero la pregunta era por qué la gente toma tantas drogas de diseño. No hay un verdadero estudio de estas drogas tan recientes y de sus posibles consecuencias a largo plazo. Para encontrar una respuesta tenemos que remontarnos a la época de nuestros padres. Mientras en EEUU se vivía el verano del amor con Woodstock del 69, el año del ácido en San Francisco, en Europa estábamos más preocupados por nuestros ideales políticos con Mayo del 68. Los hippies salieron bastante escarmentados de los efectos nocivos del LSD y tomaron una verdadera conciencia de esas drogas. Mientras en Europa se tiraban cada vez más personas a la heroína y más recientemente a drogas de diseño como el MDA o MDMA.
– Vámonos ya, que empiezan The Prodigy
-Si, vámonos, pero llevaros agua que el bajón químico es muy duro.
Empezaba por fin el mejor festival de Electrónica de Andalucía.
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Cito: «La ducha era un tubo por el que salía un hilo de agua y en el que te tenías que agachar como un perro para poder mojarte. Eso era peor que las duchas de los campos de concentración nazis. ¿Qué éramos ¿judíos? ¿Habíamos pagado nuestros veinte euros para eso?»
¿Pensabas que ibas a un hotel 5 estrellas a beber mojitos mientras veias tias artificiales por la mano de algún cirujano? 20 euros… 20 EUROS. En fin… Prefiero no seguir comentando esta «CRÓNICA» titulada «Pánico y asco en Almería «.
Una pena que un colectivo que se lo curra tanto como este tenga a gente «trabajando» con ellos. Patético.
Pánico y Asco… asco?? Asco es lo que siento al acabar de leer esta «crónica» si es que se le puede llamar así.
Vergüenza!! ¿Aquí donde se habla de música? No se cómo dejáis que se publiquen estas «crónicas»
Patética crónica. Repugnante.
A ver, respecto al aluvión de criticas por mi crónica del Dreambeach. EL titulo de la crónica hace referencia al libro Miedo y Asco en las Vegas de Hunter S Thompson. En ningún momento digo que el festival de asco, solo se refiere a un tema de la crónica. El estilo de la crónica es periodismo gonzo, que es sub-género del nuevo periodismo, que plantea un abordaje directo del objeto (la noticia), llegando hasta el punto de influir en ella, y convirtiendo al periodista en parte importante de la historia, como un actor más; también suele imprimir más importancia al contexto que al texto, es decir, da preponderancia al ambiente en que ocurre tal hecho, por encima del hecho mismo. El temas de las duchas era verdad y solo lo puse para que mejoraran en ese aspecto para los próximos años. Veo que salirse de la crónica que estáis acostumbrados a leer esta penado con duras criticas, ya que estáis deseando que digan que en verano hace calor y que en invierno hace frió.
Ahora resulta que vais todos a un festival como este a beber zumos y tumbarse mientras esccucháis la música con los ojos cerrados y pensais que abrazais a vuestras novias.
Y si la habéis leído al final pone «empezaba por fin el mejor festival de Electrónica de Andalucía».
Pues a mí me parece una gran crónica. Saca la basura. Es provocativa, dice las cosas claras. Y es lícita en el momento en el que el autor reconoce en todo momento que lo que ha escrito es SU visión del festival.
Creo que en Jenesaispop tenéis la crítica que buscáis y han hecho un look de festivalero para que no os perdáis.
Fallos gramaticales, frases sin sentido, palabras acentuadas incorrectamente…más allá del contenido del texto, la forma de escribirlo deja bastante que desear.
En cuanto al contenido, puedo decir que me gusta a ratos, pero a otros me parece un insensato ‘copia y pega’ de algunas líneas de Hunter. Es decir, me parece una parodia de Hunter. ¿En busca del ‘sueño almeriense’? Poco original.
Pd: Si mal no recuerdo, el V12 es un tipo de motor. Creo que en el artículo te refieres a la B12. Te notifico que hoy en día está en desuso, se opta por la B1 y la B6.
ZAS
Decirle al editor que poniendo la foto de un váter mohoso y una mierda dentro puede lograr el mismo efecto que consigue con este articulo, pero con la ventaja de que es mucho más interesante ver una mierda que leer esto. De nada.
Oye, sabeis cuando sale la crónica de «Lírica en Balsicas Fest»?
Cuánto amargao veo por aquí.
Ya sabeis, para la próxima os haceis una crónica vosotros. Sin duda, el periodismo del futuro solo lo veo por estos cauces.
Y me da que os deberíais drogar un poco más. ¿No seríais los amigos sobrios de LSD no?
Criticar, más bien insultar como haceis, muestra vuestra verdadera calidad de persona.
Espero vuestras crónicas caniches.
GG checos
Jodidas nenazas, a llorar a Jerusalem y de camino a comprar la superpop.
¡Chesco me encanta, lo has hecho! No podría haber leído una crónica mejor del Dreambeach, cuentas la experiencia tal y como es. Evidentemente no podemos tener las mismas vivencias porque no estuvimos juntos, pero se acercan muchísimo y es genial 🙂 Me alegra que lo pasaras tan bien. Yo tuve que ir a cagar y ducharme a la playa, pero no a la que había nada más salir del camping sino tirando pa’ la derecha, en la nudista Jajajajajaja había unos pedazo de baños que tuve que frotarme los ojos varias veces al verlos… En el festival el 80% aprox eran hombres, te lo dice una que lo sufrió. Voy a buscar si hay segunda parte de esto *____*!!! Un besito muy fuerte
He leido la critica en 2016 (3 años despues) y es de las mejores que hay en internet sea del año que sea, te felicito.
Yo fui este 2016 por primera vez desde Pamplona y veo que no ha cambiado mucho el asunto, parking de arena, mucho mazadete con camiseta nba y similares… Respecto a la zona de acampada no tuve el placer de estar ahi porque estabamos en un camping no muy lejano, pero si para ir en coche a diario, y nada mas verlo el primer dia, no me arrepenti en absoluto de pagar 11€/noche visto el percal. 4 jodidas duchas y baños para una zona de acampada enorme. Nosotros tambien elegimos la ruta de sin controles en el gps y no nos pararon en ningun sitio y en ciertos puntos ibamos acojonados de que nos parasen y encontrasen la droga que llevabamos para consumir nosotros. La verdad que no nos pararon ninguno de los 4 dias de festival ni al ir ni al volver, no volviamos desfasados al menos el conductor, nos verian caras de buenos o que se yo…
Al margen de todo eso, como festival para mi tiene una muy buena nota, el jueves el techno sonaba en el escenario principal que daba gusto, situados justo delante de la «caseta de control» y sorprendido gratamente de Raul Pacheco que no habia tenido oportunidad de verlo nunca y me gusto bastante el rollete para entrar en calor para lo que se venia encima. El viernes y sábado bien tambien en las 2 zonas de techno pero ahi ya pecan todos los escenarios de que se solapa la música del resto en ciertas zonas. El domingo estabamos tan echos polvo que decidimos no ir aun teniendo el abono de todos los dias.
Buen rollete con la gente, calor soportable, al menos este año, yo iba asustado acostumbrado al tiempo de aqui, no vimos peleas, solo una vez vimos unos seguratas correr detras de uno desde la entrada al festival donde cacheaban, pero se metio entre la gente y pararon… Asi que muy bien, por mi parte para el 2017 repito sin duda.