Y el jazz se hizo en San Javier. Los acordes de séptima vuelven a armonizar el auditorio de Almansa. Y es que últimamente es tarea difícil sumergirse en ellas teniendo una larga lista de grandísimos músicos que se perdieron buscando su festival correspondiente. Pero tranquilos, aquí está un habitual, Michel Camilo, ganador del premio del festival en 2004 y, además, con su recién conquistado Grammy. Un latino. Un grande. Alguna razón debe haber para que esté de moda nacionalizarse dominicano.
Sale su trío, pero toca él solo. Ellos, soslayados, miran hacia el suelo. Se respira silencio, quietud y eso nos preocupa. Los que esperaban un caribe frenético se muerden las uñas. ¿Será todo el concierto así? El latin se deja ver de lejos, muy de lejos, entre los lentos movimientos de sus dedos que nos atrapan por momentos hasta que recobra la confianza del público más exigente, ese que no quiere cosas nuevas, ese que quiere ver redoblar el teclado entre sus paletas.
Prosigue dando lecciones de jazz. Se larga de su república, guarda las claves y pega el salto a Brasil para atreverse a darnos un poco de sabor bossa a base de smooth jazz en el que, Cliff Almond (baterista), parece haber cambiado su batería por una caja de ritmos electrónica.
Entretanto, Michel Camilo nos demuestra que es un tío majete. Bajito, risueño, inquieto, que cuando se acerca al micro es para contar un chiste o una historia con voz queda: “Art Blakey se acercó a nuestra mesa y me dijo que si quería improvisar. Le dije que sí, que me dijeran en qué standards tocaban ellos para poder seguirles y me respondió: Tu cavas tu tumba y nosotros te enterramos”. Entonces, el tío sentado a mi izquierda que me lleva queriendo apagar el cigarrillo en un ojo toda la noche, se ríe como si no hubiera escuchado un chiste en su puñetera vida. Yo, aunque la historia es buena, lo dejo solo en majete, pero me río por si acaso.
Mientras el pianista camina lentamente a su banqueta, Cliff Almond comienza el siguiente tema. Se titula Repercussions. Suena el tema, mira a su percusionista y va cayendo sobre su brazo apoyado en el piano, con una sonrisa, melancólica, que toma el vigor con el que Almond percute las notas que su amigo compuso para Blakey.
En estos conciertos suele haber un gran porcentaje de expertos que pueden escuchar hasta las notas que no se tocan, pero, ¿qué decir? Un gran trabajo tuvo Lincoln Goin (bajista) que percutía mástil abajo lo más fuerte posible para dejarse oír entre las bestias que le flanqueaban. Le faltó todo, hasta el sonido. Supimos que tocaba porque movía los dedos y cuando le dejaban solo sonaba algo que no era piano ni bombo. Podía oírse mejor a los pandilleros de la calle. Pero eso cambió en el momento que blandió su arco. About you hizo las delicias de los más minimalistas y sirvió para redondear un concierto claramente intimista. El tío de mi izquierda, entre lágrimas casi se rompe las palmas de aplaudir. Yo también lo hice, por si acaso.
Si bien hubo tiempo para el recreo de las emociones del pianista dominicano también lo hubo para un duelo de gigantes. Michel Camilo es la estrella indiscutible de su show, pero esa noche el verdadero triunfante fue Cliff Almond. El virtuosismo de este percusionista y el descaro con el que se mueve por los contratiempos del jazz es simple y llanamente acojonante. Acertó el líder del trío al ficharlo con tan solo 16 añitos, pues rompiendo baquetas se puso On Fire en el que fue el éxito de la noche. Eclipsó a un Michel Camilo que estaba dando lo mejor de sí mismo y que, aun así, nada pudo hacer ante el salvajismo ilustrado de este animal del jazz.
Tras una larga ovación dieron por finalizado un concierto relativamente corto que se alargó cuando Thelonius Monk y Bebo Valdés tomaron el cuerpo del artista. Una fusión a cuatro manos para hacer un Take Five disonantemente elegante.
Corto, intimista y poco latino quizá sean las claves para que este no sea el mejor concierto del festival pero que, sin duda, no defraudó a los allí presentes. Sí será uno de los conciertos de jazz total, que ya es decir bastante. Aunque si Pink Turtle repite lo que hizo en 2011 los Benson y McFerrin lo van a tener muy pero que muy difícil. Yo espero sentarme esta vez junto al pasillo.
Fotos por Justyna Smela y Pedro Clemente, puedes verlas todos en nuestro álbum de Facebook.
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