Día gris en Murcia. A penas dijo el sol de salir y ya había un batallón de cúmulos placándolo. Los cielos grises en nuestra región tienen un sentir distinto al resto, pues a diferencia de cualesquier otros, un naranjo sin reflejo es como un madrugador de mediodía. La noche anterior estaba ansioso, pues se celebraba un festival al que tenía que asistir como periodista, DYR fest, pero la ausencia de sol me postró bajo la ventana con un libro. Colette escribía una tragedia burguesa entre una jóven pareja que afronta su reciente casamento. Su principal problema proviene de una sociedad estancada en el mando machista y la ausencia de empoderamiento feminista. Pero el asunto clave, que subyace y alimenta el torrente del río, es una linda gatita que vive con ellos. Su dueño la ama, disfruta viendo como caza a otros animales, como se revuelca en los herbazales, como salta, se contonea y hasta oyendo su respiración. Disfruta tanto que sentencia que su gata no es un animal y su categoría jamás podría ser alcanzada por otros seres humanos que pasan por su vida haciendo y deshaciendo sin poder profesarle jamás el amor que le daría esa gata.
Este hombre claramente tenía un problema, pero no dejó de azuzarme la idea de que la pasión y el arrojo que puede dársele a un animal por sus virtudes y su inocencia puede ser mayor que a un gran conjunto de congéneres humanos, que en suma destrozan y esclavizan impunemente. Con esa idea cerré el libro, miré por la ventana y comprendí que el día, aún gris, había cambiado. Ya estábamos a la par.
Llegué tarde al festival, pero no estaba mi jefe y como tampoco me pagan pues como que no le importó a nadie. El ambiente que se respiró fue tan distendido como comprometido. Una paellera gigante asaba los pimientos, judías y alcachofas que condimentarían la primera exquisitez vegana del día. Fue curioso. Éramos un grupo de carnívoros hijos de puta caminando por senderos veganos que podían llegar en cualquier momento a una ceremonia caníbal. No obstante, y como en pocos lugares puede verse, los murcianos allí reunidos tuvieron el convencimiento de acercarse a los stands de las protectoras animales que, bien pertrechados de productos, ponían a disposición de todos sus estrategias de acogida o adopción. Buen ambiente y clima conciliador entre distintas posturas ante el abandono animal.
Hubo unas horas de vacío en las que el personal solamente pudo dedicarse a privar, aunque hay que tener en cuenta que el festival estaba organizado por una sola persona. Mientras podías pasearte por los stands y comprar boletos para una rifa de productos. Pasadas esas raquíticas horas en las que el festival pudo haber programado algo más, un joven psicópata con chaqueta de piel de vaca se subió al escenario a intentar hacernos reír. Adrián Yvoyalaruina es un monologuista controvertido que juega con la baza del humor y el engaño para clavarte un puñal en las costillas cuando ríes a carcajada limpia. Ataviado con máscara sangrinolienta y una cadena que según él llaman serpiente cascabel, amenazó acució al público a escuchar su monólogo. Un público muy educado tuvo que llamar la atención en varias ocasiones al público del Old School al que le importaba tres leches que un artista intentara dar su espectáculo. Sumado al pésimo sonido que tiene este bar (problemas de acoplamiento, modos propios, loudness excesivo y sucio) a este monologuista le costó arrancar. Cuando lo hizo fue para sumarse a la causa animalista defendiendo valores veganos desde un prisma respetuoso y sin la clásica agresividad y superioridad moral que tienen muchas personas de esta ideología. Un acierto en el festival al que le sucedieron unos conciertos de metal.
Old School batió todos sus records. Un día entero de trasiego humano en el que murcianos y personas venidas de lugares externos a la región dejaron su dinero y su voluntad en un festival barato (entrada gratuita) y condimentado con cocina vegana artesanal que provocó colas de más de una hora de duración.
Cold Fusion abrió los conciertos. Una banda técnica, precisa, con gran pegada e inventiva. Formación clásica del progresivo que dieron una lección de buen gusto y arte. Tras ellos transicionaron Nómada. Una jóven banda de heavy-metal clasicote con un claro deje adolescente. Scila, más cercanos al nu chandalero, dejaron buenas sensaciones en los oyentes que ya no solo entraban por el frío ni las horas, sino por la música. Por último tocaron Rivolta, uno de esos clásicos tributos a bandas que aún siguen vivas. Fuera de controversias sobre la decencia de las bandas tributo, este grupo suena contundente, pero las líneas vocales dejan alejan aún más a los fans del directo real.
Lo que unió a todas estas bandas fue su altruismo. Dieron el callo, comprometidos con la causa y sin ver un duro, cosa que por desgracia un gran número de bandas murcianas no quisieron hacer por excusas tales como la muerte de sus canarios. El festival propuso a los oyentes que depositaran en una hucha el dinero que estimarían haber pagado por cada actuación. Actos que dejan buen sabor de boca, pues no solo en los sectores más liberales y neohippies se toman estas iniciativas, sino que el metal, a coletazos, sobrevive y trata de evolucionar.
Terminó la primera edición del DYR festival, y si da la casualidad de que la recaudación fue tan buena como la participación, este festival podría autoperpetuarse en una Murcia huérfana de padres adoptivos.
3 Comments
Estoy de acuerdo en todo Javi Arnedo. Ha sido una buena idea este festival benéfico. Old School + cerveza+ comida rica libre de sangre y sufrimiento + conciertos, monólogo…y todo lo recaudado para protectoras de animales ¡Es genial! Yo volvería a ir sin duda alguna, pero es cierto que hay cosas que mejorar y daré mi opinión, siempre desde una actitud crítica constructiva. Todos los que fuimos sabíamos a lo que íbamos. Sabíamos de qué iba la cosa. Aun así a mi me faltó más sensación de que aquello era un festival, porque parecía una reunión de amigos (y lo era) . Eché de menos una apertura del festival. Hay que aprovechar los recursos de los que se dispone. Si tienes un micro, alguno de los organizadores podría haber subido, a decir algunas palabras sobre el desarrollo del festival y los motivos para hacerlo (así informas a toda la gente). Pienso que se podría haber dado voz a las PROTECTORAS, ya que se trataba de recaudar fondos, la publicidad AYUDA. Había más cosas que mejorar, pero creo que eso ya lo saben los organizadores y no diré mas. Eso si… ofrecí mi ayuda en varias ocasiones y la rechazaron. Me prometieron acústicos, pero ¡no los hubo! Al menos unos chavales muy majos sacaron su guitarra y amenizaron la tarde. Me gustó el monólogo, pero me habría gustado más si hubiera habido más respeto por el artista. Pero en definitiva, este festival me pareció una iniciativa muy comprometida, espero con excitación el DYR Fest II.
P.D.: Me gusta como escribes Javi Arnedo, he leído todas tus críticas y conciertos, a algunos casualmente he acudido y siempre das en el clavo con tus opiniones, además tienes un humor muy perspicaz ¡Enhorabuena y sigue así!
Gracias… mmm… Laurel (tengo la sensación de hablar con una especia). Tengo entendido que la organización se dividió en dos partes:
1 – Ulises Garro, que llevó todo el festival él solo excepto la música.
2 – Andy Management, el promotor de las bandas.
Debe ser complicado para una sola persona hacerlo casi todo, pero claro, debe tenerlo en cuenta y empezar a contar con más gente para un mejor funcionamiento.
Gracias por tu comentario, creo que es el primero en el que no me insultan. Pero bueno, suelen ser las bandas o los promotores, gente poco amiga de las críticas. En Murcia es que «todo es perfecto»! Pero no te fíes de ellos… es mentira 😉
De nada, me agrada agradarte. Y es cierto, hay una especie de burbuja de perfección. Ero eso pasa con las críticas, normalmente no se aceptan ¡es que la verdad duele!