La historia del cine ha dejado muchas escenas para la memoria mundial. Hemos sido testigos de diálogos de amor, intriga y terror encerrados en un set de grabación de Los Ángeles o en parajes tan poco paradisíacos como El Gran Cañón, el centro de Nueva York o la fuente más famosa de Roma. Las productoras no tuvieron en cuenta los beneficios que podrían haber obtenido rodando en Murcia filmes como Un invierno en la playa —en los Alcázares te puedes bañar hasta en enero— o Tú a Boston y yo a California —trasladando las antagónicas ciudades a Murcia y Cartagena—. Los inversores habrían ahorrado un pastón y nadie se percataría del cambio debido a que el romance lacrimógeno se puede rodar en cualquier parte y porque los espectadores estarían más preocupados criticando la poca legalidad de separar a dos gemelas al nacer que el hecho de que coman un Smooy en la plaza de Santo Domingo. Hay rincones por toda la Región que podrían haber dado una gran riqueza cinematográfica a las cintas y que, desgraciadamente, no se tuvieron en cuenta:
Casablanca en el aeropuerto de Corvera
Sí, la película protagonizada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman le saca unos sesenta años al comienzo de la construcción del aeropuerto; pero, oye, ¡estamos en la época más imaginativa del cine!, se hace un reboot y tan agustito. Para poder darle un ingenioso giro solo se necesita contratar a J.J. Abrams en la dirección de un guión de Diablo Cody y todo sobre ruedas. Para rodar la última escena del famoso filme no sería necesaria ni inversión debido a que el gobierno regional lo prestaría ‘por amor al arte’ solo para poder decir que sirve para algo más que para que los patinadores practiquen. El lugar lo tiene todo: soledad, ambiente cargado y desencanto social —aunque tampoco mucho, no vamos a engañarnos—, algo que la Warner Bros debería tener en cuenta para futuros trabajos.
La dolce vita, del SOS 4.8 la Plaza Circular.
Todo el mundo recuerda la famosa escena de la película de Fellini en la que Anita Ekberg lleva a su personaje justificadamente sexista —es curioso lo a menudo que está justificado— hasta el borde de la Fontana de Trevi para un divino baño nocturno mientras Marcello Mastroianni le sigue la corriente. Cualquiera que hubiese pasado por allí habría pensado que son imbéciles —en realidad, Marcello también lo pensaba—, pero se convirtió en un fragmento icónico para expresar las maravillas del cine italiano. A día de hoy, está en marcha un remake de la cinta a manos de la sobrina del director —a la que seguro que no le gusta el dinero—. Si esos derechos hubiesen recaído en España, se habría hecho una reinvención del clásico adaptando el hastío de un periodista murciano por la élite ‘famosil’ del momento. Una opción es ambientarla en mayo, con el auge del SOS atrayendo a las celebridades, donde una noche de borrachera podría llevar a una hermosa cantante indie —de esas que lo son pero ellas no lo saben— a pasar el la borrachera con un paseo hasta la mismísima fuente de la plaza Circular. La música clásica ya la pone el ayuntamiento en una selección de canciones un poco inquietantes a través de los altavoces, lo que haría ahorrar costes de realización. Sería cutre, pero transmitiría a la perfección la decadencia y el desencanto del periodismo nacional. Por otra parte, también podría rodarse en el Segura y conseguir una subvención del gobierno como parte de la campaña ‘Murcia Río’.
Jurassic World en Terra Natura
Si los dueños de Terra Natura aceptaron que las novatadas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Murcia se realizaran en su parque, seguramente no les importará que Steven Spielberg lo utilice para la secuela de Jurassic World. Bryce Dallas Howard, la que no es Jessica Chastain, podría corretear a sus anchas con un par de tacones entre las jirafas —que posteriormente se modificarían para que parezcan Braquiosaurios— y Chris Pratt utilizaría el parque acuático para adiestrar a los velociraptores y así crear una interesante trama en la que se explique la verdadera razón de por qué le hacen caso.
Tiburón en el Mar Menor
En la película de Spielberg, un bañista sufre las consecuencias de la negligencia del alcalde de un pueblo costero de EE.UU. que no quiere cerrar la playa por el avistamiento de un tiburón blanco. Si la cinta se hubiese rodado en Murcia, el director no habría tenido que recurrir a un político sin escrúpulos —curioso, teniendo en cuenta que hablamos de España— ya que la playa habría cerrado de todas formas. Aún así, los bañistas irían a pegarse un baño, simplemente porque los murcianos somos así. Año tras año, los veraneantes siguen yendo a La Manga pese al supuesto avistamiento de tiburones en la costa, también hacen oídos sordos a las plagas de medusas que aparecen porque alguien ha robado las redes —preferiblemente un ciudadano extranjero— y olvidan que el 90 por ciento del agua es pis. La costa regional es un lujo para Hollywood, solo hace falta que Juego de Tronos ruede por la zona y se haga viral.
Clerks en el Mercadona de La Fama
Este es el más improbable de todos porque es imposible que Kevin Smith accediera a rodar algo fuera de Nueva Jersey, lugar de nacimiento del que se siente curiosamente orgulloso. Aún así, por ser imaginativos, supongamos que es agosto y que la ciudad se encuentra desierta; un hombre con alma de adolescente se encuentra tras la única caja registradora abierta durante ese mes en el Mercadona y el escenario es perfecto para dar rienda suelta al cine más independiente —del que ya se ha hecho una franquicia—, con todos los escenarios necesarios para realizar cada una de las escenas. Podría aparecer un vendedor encubierto de productos celíacos y motivar a los pocos clientes —sustituyendo el tabaco por el gluten—, Jay y Bob el silencioso tendrían facilidad para apalancarse en la puerta a fumar y beber porque nadie les diría nada y el techo de la tienda es más que apropiado para improvisar un partido de hockey. La crisis existencial por el fin de la pubertad y la búsqueda de identidad viene de serie en todo ser humano, por lo que adaptar la película a Murcia no solo tendría el mismo fin, si no que podría ambientarse en un lugar mucho más oscuro que la siempre optimista Nueva Jersey.
Como estos, cientos de ejemplos: Harry Potter en el campus de la Merced, Tesis en la Facultad de Comunicación y Documentación, King Kong en las Torres Fuertes o Mad Max en las Minas de la Unión. Si Hollywood no pone su vista en Murcia es porque no conoce todo el abanico de posibilidades, pero siempre podemos dar publicidad haciendo una versión de El proyecto de la bruja de Blair en Sierra Espuña.
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